Hace meses que volví a España de mi
estancia en Brasil y todavía puedo recordar con la mayor de las sonrisas lo
maravillosa que fue mi experiencia en Sudamérica. Recuerdo como si fuera ayer
lo que sentí al poner el primer pie en el avión que me transportaría en
cuestión de horas a una nueva aventura, o mejor dicho, a una nueva vida.
Curiosidad, adrenalina y ganas de comerte el mundo, mezcladas con
incertidumbre, miedo y tristeza por saber que al día siguiente cuando
despiertes un océano estará en medio de ti y de tu gente, de tu vida anterior.
Exactamente veinticuatro horas después,
llegué de madrugada a Porto Alegre, una ciudad latinoamericana de
aproximadamente un millón y medio de habitantes, sola y sin conocer a nadie.
Los primeros días fui una española más en una ciudad extranjera, hasta que
decidí integrarme y vivir como ellos su mundo, su cultura y sus costumbres. Fue
ahí donde la experiencia de viajar y vivir fuera comenzó a marcarme y a
enriquecerme como persona. Y es que, solamente si dejas atrás tu país y tu zona
de confort, podrás conocer cómo es realmente lo que hasta entonces tenías a tu
alrededor. Viajé hasta cansarme, conviví con personas de otras culturas, conocí
e hice grandes amigos, hermanos, de todas partes del mundo, mejoré mi
portugués, conocí futuros colegas de profesión de diferentes nacionalidades y
puntos de vista y experimenté otro sistema educativo diferente en una de las
mejores universidades privadas del país.
En definitiva, mi experiencia en Brasil
fue única e inolvidable, simplemente mágica. Y es que no hay nada como viajar y
vivir en otras culturas para aprender, crecer, abrir tu mente, hacerte mejor
persona y enriquecerte. Muchos pensarán que salir de tu país es sólo una
pérdida de tiempo y dinero, pero después
de mi experiencia pude comprobar en primera persona una gran verdad: “Viajar es
la única cosa que compras que te hace más rico”.
Ana Mª Morán González
Escuela de Ingeniería Industrial e Informática
No hay comentarios:
Publicar un comentario